19 de enero de 2008

La hierba roja de Boris Vian

Y se besaron de nuevo. La noche se acercaba. Los vio y se detuvo antes de llegar a ellos, para no molestarlos. Mejor sería que fuera a acompañar a Wolf, que regresaba en aquel momento. Al cabo de una hora, todo estaba a oscuras, menos un círculo de sol en el que había los ojos cerrados de Folavril y los besos de Lazuli, en medio del vapor que desprendían sus cuerpos.

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