Cuando conocí a mi primer chungo no tenía cumplidos los quince años. Era compañero de clase y nos enrollamos en la primera fiesta que organizó el colegio en una discoteca. Por aquel entonces, yo era una chica cargada de complejos con camisetas anchas y pantalones vaqueros, que aquella noche se arregló por primera vez y se puso escote.
Lo cierto es que no duró mucho, un par de meses. Al principio citas para ir al cine o dar una vuelta, pero él siempre llegaba tarde. Luego o no podía o tenía escusa. El final llegó un día antes de cumplir los 15 (sí, fíjate tú , como la canción de Quince años tiene mi amor que me tuve que tragar en mi casa, puesta por mi madre en la minicadena ). Un amigo suyo me dijo que le gustaba una chica de la playa y yo, orgullosa e independiente, le dije que cortaba con él. (Esta variante adquiere mayor desarrollo en otro Chungo ).
Tras pasar un auténtico cumpleaños de mierda... (pero olé yo y yo, que ya entonces pasaba de los Chungos), me tocó soportar en clase que fuera alardeando de que me había dejado él a mí, porque supuestamente yo no sabía besar (¡Y una mierda! ¡el que me metía la lengua hasta la campanilla eras tú guapo!).
Pero yo tengo muy mala leche, y entonces con las hormonas revolucionadas más aún. Le esperé a la salida del colegio, le pedí explicaciones y le dejé en ridículo delante de todos los compañeros. Además me quedé a gusto porque le puse de vuelta y media, por cobarde y por mentiroso, terminando la escena con una bofetada a lo Gilda (pero yo al Chungo, no él a mí, of course).
Hasta ahí la cosa bien, ¿no? Parecía que había escapado de mi Chungo-adolescente... ¡Pero no, querido Watson! Con 17 volvimos a ser compañeros de clase y coincidimos en una fiesta. Por resumir, acabé muy embriagada (que palabras más fina para decir que bebí de más xD) y con él en la cama de sus padres, aunque el tenía novia (la tal de la playa, ¡qué se joda!). La cosa no llegó a lo que todos os podéis imaginar, porque tuve un chispazo de lucidez en los vapores del alcohol. (¿Si está con ella, que me ha dicho millones de veces que la quiere y se quiere acostar conmigo, qué no me hará a mí? ¡Quédate con las ganas guapito!).
Ala, de recuerdo un mal rato para salir de esa habitación ( no le hizo gracia que me fuera antes de terminar nuestra juerga privada), una resaca del copón y un chupetón del calibre de una Magnum por lo menos. Chupetón que mereció la frase antológica de todas las madres: ¿Es que te crees ganado, que te dejas marcar?
La historia del chupetón es digna de un monólogo del club de la comedia, con preguntas del tipo: ¿Quién te lo ha hecho? Un amigo, ¿Pero tú dejas que los amigos te hagan esas cosas?... Alusiones a golpearse con una puerta o la mesilla de noche, típicas, y mi padre partiéndose de risa... En fin, momentos de libro que casi todos vivimos...
Finalmente pude escapar de mi primer Chungo, aunque no de tener un imán para tíos así durante muucho tiempo (y si no, tiempo al tiempo y a los próximos posts de Chungos chunguísimos xD).
************************************************************************************************************************************************************************
P.D. Todo lo aquí relatado es la verdad y toda la verdad. Cualquier parecido con la misma es pura coincidencia. Conforme crece el número de Chungo crece su grado de chunguez, aunque no varían demasiado los desmanes en cuanto a tipo (¿será porque hasta los Chungos son más sencillos que el mecanismo de un cubo?).
Lo cierto es que no duró mucho, un par de meses. Al principio citas para ir al cine o dar una vuelta, pero él siempre llegaba tarde. Luego o no podía o tenía escusa. El final llegó un día antes de cumplir los 15 (sí, fíjate tú , como la canción de Quince años tiene mi amor que me tuve que tragar en mi casa, puesta por mi madre en la minicadena ). Un amigo suyo me dijo que le gustaba una chica de la playa y yo, orgullosa e independiente, le dije que cortaba con él. (Esta variante adquiere mayor desarrollo en otro Chungo ).
Tras pasar un auténtico cumpleaños de mierda... (pero olé yo y yo, que ya entonces pasaba de los Chungos), me tocó soportar en clase que fuera alardeando de que me había dejado él a mí, porque supuestamente yo no sabía besar (¡Y una mierda! ¡el que me metía la lengua hasta la campanilla eras tú guapo!).
Pero yo tengo muy mala leche, y entonces con las hormonas revolucionadas más aún. Le esperé a la salida del colegio, le pedí explicaciones y le dejé en ridículo delante de todos los compañeros. Además me quedé a gusto porque le puse de vuelta y media, por cobarde y por mentiroso, terminando la escena con una bofetada a lo Gilda (pero yo al Chungo, no él a mí, of course).
Hasta ahí la cosa bien, ¿no? Parecía que había escapado de mi Chungo-adolescente... ¡Pero no, querido Watson! Con 17 volvimos a ser compañeros de clase y coincidimos en una fiesta. Por resumir, acabé muy embriagada (que palabras más fina para decir que bebí de más xD) y con él en la cama de sus padres, aunque el tenía novia (la tal de la playa, ¡qué se joda!). La cosa no llegó a lo que todos os podéis imaginar, porque tuve un chispazo de lucidez en los vapores del alcohol. (¿Si está con ella, que me ha dicho millones de veces que la quiere y se quiere acostar conmigo, qué no me hará a mí? ¡Quédate con las ganas guapito!).
Ala, de recuerdo un mal rato para salir de esa habitación ( no le hizo gracia que me fuera antes de terminar nuestra juerga privada), una resaca del copón y un chupetón del calibre de una Magnum por lo menos. Chupetón que mereció la frase antológica de todas las madres: ¿Es que te crees ganado, que te dejas marcar?
La historia del chupetón es digna de un monólogo del club de la comedia, con preguntas del tipo: ¿Quién te lo ha hecho? Un amigo, ¿Pero tú dejas que los amigos te hagan esas cosas?... Alusiones a golpearse con una puerta o la mesilla de noche, típicas, y mi padre partiéndose de risa... En fin, momentos de libro que casi todos vivimos...
Finalmente pude escapar de mi primer Chungo, aunque no de tener un imán para tíos así durante muucho tiempo (y si no, tiempo al tiempo y a los próximos posts de Chungos chunguísimos xD).
************************************************************************************************************************************************************************
P.D. Todo lo aquí relatado es la verdad y toda la verdad. Cualquier parecido con la misma es pura coincidencia. Conforme crece el número de Chungo crece su grado de chunguez, aunque no varían demasiado los desmanes en cuanto a tipo (¿será porque hasta los Chungos son más sencillos que el mecanismo de un cubo?).
5 comentarios:
Muy bueno el post me gusto :D
"Chungos" todas las mujeres hemos tenido en nuestra vida. Yo soporté al Chungo de los Chungos (o a uno de ellos)durante cuatro años de mi vida. Un lastre que me quité hace tiempo (afortundamente...) y desde entonces he pasado por distintas categorías de "Chungos" que tienen el denominador común siguiente: inmaduro emocional-cobarde-egoista... O la cosa está "mu mala" o yo tengo un imán especial para historias difíciles....
Qué masocas somos las mujeres...
Un besito
Gracias msakiya.
Serenitatis: todos tenemos chungos y chungas en nuestras vidas. Te animo a que cuando acabe la oposición si quieres escribas un Chungo, verlo desde el humor anima bastante. Un beso preciosa!
Acabas de ganar un lector incondicional, mandragorilla... Estaré por aquí con frecuencia.
hola :)
primera vez por aqui, pero me gusto mucho tu blog!
saludos!
Publicar un comentario