Sí, una despedida es esto. Fin de las vacaciones y retorno a la rutina. Una rutina que se va a ver acelerada por el tramo final del curso. No me asustan los exámenes, son ya casi 5 años lidiando con ellos, es más, estoy deseando que lleguen y terminar de una vez esta maldita carrera. Si alguien me hubiera dicho que me iba a sentir así cuando comencé el primer año no le hubiera creído. Pero son ya muchos años, mucha rutina, mucha paciencia ( casi infinita diría yo, querido Watson) y mucho sacrificio.
Si hay algo de lo que puedo sentirme orgullosa de mi paso por esta magnífica facultad es de ciertas capacidades que han ido surgiendo y creciendo en esa muchacha de 18 años que entró medio perdida a la Merced allá por el 2001. Os juro que nunca creí que fuera tan cría, de eso me he dado cuenta ahora, de la cantidad de manías y errores que cometía. Tampoco creía que fuera tan fuerte, que pudiera salir adelante sin la ayuda de nadie. Y no sólo eso, sino que de la resignación he sabido pasar al convencimiento y más tarde a la rectificación.
Supongo que uno no sabe su capacidad hasta que no la pone a prueba. Y bueno, sacándole el lado positivo, qué mejor que pasar las pruebas ahora que más adelante. No hay nada como la práctica, ¿verdad?
Ahora sólo quedan las ganas de acabar una etapa, y de seguir hacia delante, sin ningún miedo. Todo lo que está por venir puede ser maravilloso y lo que no lo sea habrá que sacarle el mejor partido posible. Vivir con esperanzas e ilusiones, pero con los pies bien anclados al suelo. Y la mirada clara y limpia. Igual que la conciencia.
Hasta el fin de semana que viene queridos bloggers [¿se dice así? ;)], y que el lunes no os sea traicionero a vosotros tampoco ^^
Si hay algo de lo que puedo sentirme orgullosa de mi paso por esta magnífica facultad es de ciertas capacidades que han ido surgiendo y creciendo en esa muchacha de 18 años que entró medio perdida a la Merced allá por el 2001. Os juro que nunca creí que fuera tan cría, de eso me he dado cuenta ahora, de la cantidad de manías y errores que cometía. Tampoco creía que fuera tan fuerte, que pudiera salir adelante sin la ayuda de nadie. Y no sólo eso, sino que de la resignación he sabido pasar al convencimiento y más tarde a la rectificación.
Supongo que uno no sabe su capacidad hasta que no la pone a prueba. Y bueno, sacándole el lado positivo, qué mejor que pasar las pruebas ahora que más adelante. No hay nada como la práctica, ¿verdad?
Ahora sólo quedan las ganas de acabar una etapa, y de seguir hacia delante, sin ningún miedo. Todo lo que está por venir puede ser maravilloso y lo que no lo sea habrá que sacarle el mejor partido posible. Vivir con esperanzas e ilusiones, pero con los pies bien anclados al suelo. Y la mirada clara y limpia. Igual que la conciencia.
Hasta el fin de semana que viene queridos bloggers [¿se dice así? ;)], y que el lunes no os sea traicionero a vosotros tampoco ^^
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