Mañana a las 8:15-8:30 parto para tierras castellanas. Abandono momentáneamente mi pequeña taifa del sur y me dirijo con el alma encogida, pero regozijada al mismo tiempo ( así de contradictorios son los sentimientos a veces), a las lejanas tierras de Rodrigo Díaz de Vivar.
Mientras atraviese la estepa del Señor Don Quijote, éste me saludará, derrumbado por 400 años de existencia que carga a sus espaldas (el pobre loco Alonso Quijano está un poco cansado de lisonjeos este año, celebraciones y demás homenajes prodigados hacia su persona y la de su Padre, el manco de Lepanto).
Llegaré a nuestra queridísima y odiada capital, con sus atascos ininterminables, poblados de pitorradas, impaciencia y malos modos conducteriles ( a ver si os quitan todos los puntos del carnet ese por montar estos pifostios y os quedais en casa algun puente, chulapos y manolas míos :P).
Y tras más de 400 km arrivaré a Castilla La vieja, la del León rampante, la del cristiano viejo, con sus pueblos y ciudades de sabor añejo. Después de un delicioso cordero lechal, asado al horno de leña en "El Lagar de Milagros", me hallaré a poca distancia de mi Ítaca deseada... Casi veo sus hermosas agujas apuntando inmisericordes y altivas al azur de la meseta. Sus chopos en hilera me guiarán hasta su entrada, el río Arlanzón - burbujeante- me saludará meloso y cantarín, y durantes unos instantes seré fugazmente feliz. Como en otros tiempos.
Cuando recorra su casco antiguo me acordaré de esas fotos que me manda mi tío, de cuando mi abuela era una jovencita de provincias, casada con un elegante traje de novia en tul ilusión. Atravesando el Arco de Santa María desembocaré en la Plaza de la Catedral, y siguiendo por calles y callejas a la Plaza Mayor, entonces una punzada de realidad me golpeará en las costillas. Aquella bonita plaza donde daba de comer a las palomas (nuestras odiadas enemigas), llena de vetusto aliento y presidida por el Ayuntamiento y sus soportales me vendrá a la memoria. Ahora es una plaza abierta, funcional y moderna, espetará el concejal de turno. Sí, con unas farolas iguales a focos de estadio (juro que son mas elegantes los del Cartagonova), bancos semejantes a mesas de picnic y "sillas de pensar" desperdigadas por doquier.
Mucha era del talante y la modernidad, pero los malditos ya no respetan ni las viejas plazas del Norte.
Un abrazo a todos, que los dioses os sean propicios y el weekend largo y fructífero. ;))))
Mientras atraviese la estepa del Señor Don Quijote, éste me saludará, derrumbado por 400 años de existencia que carga a sus espaldas (el pobre loco Alonso Quijano está un poco cansado de lisonjeos este año, celebraciones y demás homenajes prodigados hacia su persona y la de su Padre, el manco de Lepanto).
Llegaré a nuestra queridísima y odiada capital, con sus atascos ininterminables, poblados de pitorradas, impaciencia y malos modos conducteriles ( a ver si os quitan todos los puntos del carnet ese por montar estos pifostios y os quedais en casa algun puente, chulapos y manolas míos :P).
Y tras más de 400 km arrivaré a Castilla La vieja, la del León rampante, la del cristiano viejo, con sus pueblos y ciudades de sabor añejo. Después de un delicioso cordero lechal, asado al horno de leña en "El Lagar de Milagros", me hallaré a poca distancia de mi Ítaca deseada... Casi veo sus hermosas agujas apuntando inmisericordes y altivas al azur de la meseta. Sus chopos en hilera me guiarán hasta su entrada, el río Arlanzón - burbujeante- me saludará meloso y cantarín, y durantes unos instantes seré fugazmente feliz. Como en otros tiempos.
Cuando recorra su casco antiguo me acordaré de esas fotos que me manda mi tío, de cuando mi abuela era una jovencita de provincias, casada con un elegante traje de novia en tul ilusión. Atravesando el Arco de Santa María desembocaré en la Plaza de la Catedral, y siguiendo por calles y callejas a la Plaza Mayor, entonces una punzada de realidad me golpeará en las costillas. Aquella bonita plaza donde daba de comer a las palomas (nuestras odiadas enemigas), llena de vetusto aliento y presidida por el Ayuntamiento y sus soportales me vendrá a la memoria. Ahora es una plaza abierta, funcional y moderna, espetará el concejal de turno. Sí, con unas farolas iguales a focos de estadio (juro que son mas elegantes los del Cartagonova), bancos semejantes a mesas de picnic y "sillas de pensar" desperdigadas por doquier.
Mucha era del talante y la modernidad, pero los malditos ya no respetan ni las viejas plazas del Norte.
Un abrazo a todos, que los dioses os sean propicios y el weekend largo y fructífero. ;))))
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